jueves, 6 de agosto de 2009

Buena gente

Cualquier deporte está necesitado de referentes, de ídolos. Para que crezca, es inevitable echar mano de sus deportistas, de sus jugadores. Estoy convencido de que ellos son el punto fundamental para que sea conocido y tenga reconocimiento en la sociedad.

El tenis está de moda y causa furor, especialmente, gracias a Nadal. Lo mismo ocurre con Fernando Alonso en el automovilismo y nadie duda de a quién se dirigirán todas las miradas y los deseos de tocarle, cuando aparque el autobús de la Selección Española de Baloncesto a las puertas del Pabellón Príncipe Felipe a finales de agosto.

Mi deporte, el Balonmano, se encuentra un poco lejos de los ejemplos que he expuesto. Tiene peso suficiente en cuanto a resultados de clubes en Europa así como los de su Selección Absoluta en Mundiales y Juegos Olímpicos, pero está siendo complicada su promoción. Las causas seguro que serán numerosas, pero supongo que de difícil solución, por el momento. En cualquier caso, lo que no cabe duda es que sus jugadores más importantes o quizá todos y cada uno de los que juegan en la élite, deberían de implicarse en esa promoción, no tan necesaria en otros deportes que, o están de moda o tienen esos ídolos cuya imagen es capaz de atraer nuevos practicantes y aficionados cada temporada.

Hace tres años, Demetrio Lozano, un ídolo para muchos, quiso ser el abanderado del Campus de Balonmano que la Federación Aragonesa organiza desde 1998 en Mora de Rubielos. Entendía que una manera de estar cerca de los más jóvenes y aportarles sus experiencias y sus conocimientos era su presencia en el Campus durante una semana.

El primer año fue de toma de contacto y fue gratificante para los inscritos y para él mismo. El año pasado estuvo en Pekín conquistando otro Bronce Olímpico (ya tenía dos), nada fácil y solamente al alcance de los elegidos. No pudo estar en el Campus pero mantuvo contacto telefónico todos los días con sus responsables y lo vivió como nadie, puedo dar fe de ello. Y lo de este año ha sido de quitarse el sombrero.

Viajó desde Zaragoza con los 110 inscritos. Desde la llegada a Mora de Rubielos, se involucró en todas las actividades y se preocupó de todos y cada uno de los chicos y chicas que convivieron con él durante los ocho días que duró. Preparó una jornada de Balonmano Playa en Sagunto, que ya ha quedado instaurada para el próximo año puesto que todos quedaron entusiasmados con ese día. Tuvo tiempo de preocuparse por los clásicos contratiempos que suelen ocurrir en actividades que mueven a tantos niños y, lo más importante, todos tuvieron oportunidad de conocer la calidad humana de este Campeón de Campeones, capaz de dedicar ocho días de sus vacaciones, después de una temporada cargada como ninguna de partidos, a promocionar el Balonmano en tierras aragonesas y más concretamente en tierras turolenses.

A Deme no le gusta que lo idolatren. Es un deportista que prefiere hablar en la pista y trabajar cada día por este deporte. Le conozco hace muchos años. He compartido con él los momentos más grandes de este deporte a nivel mundial y otros que han sido muy duros. Pero, nunca le he visto dar un paso atrás ni tener un mal gesto. Siempre disfruta mostrando lo mejor del Balonmano y en cada una de sus enseñanzas lo intenta mostrar. Es feliz con lo que hace y esa felicidad la transmitía el día de la clausura.

Sé, que a cada uno de los chicos y chicas que compartieron con él esos días, les quedará un recuerdo imborrable y, seguramente, serán nuevos “vendedores” de Balonmano. Demetrio, su ídolo, habrá llegado a sus corazones sin duda.

Gracias, Deme.

“A la buena gente se la conoce en que
resulta mejor cuando se la conoce…”

(Bertolt Brecht)