Se acabó, por esta temporada, la ilusión europea. Balance más pobre que en las otras tres eliminatorias pero, el equipo ahí ha estado hasta que se cruzaron los alemanes.
Creo que nos deberíamos quedar con las cosas buenas- que las ha habido-y tratar de enmendar los errores que, con seguridad, ya estarán analizando los responsables del club y por supuesto, por el cuerpo técnico. Los jugadores, sin duda, ya han hecho examen de conciencia y están cansados de recordar y, seguramente, de visionar ésta o aquélla jugada, éste o aquél lanzamiento. La competición europea no perdona ni un solo error y, arbitrajes aparte, hay que estar con los cinco sentidos en cada eliminatoria.
El pasado domingo en el Príncipe Felipe, con un público magnífico y enganchado al equipo como pocas veces, se vivieron gestos y formas que hacen reflexionar.
Nos faltó el empuje y los gestos de Malumbres. Personalmente, eché en falta ese estilo personal que tiene de celebrar cada acierto de su equipo. Esa conexión con el público que lo hace levantar del asiento era fundamental en este partido. Supongo que no se encontraba a gusto, cómodo. A los porteros, a esos genios hechos de otra pasta, hay que perdonarles todo y, por supuesto, sus razones tendría- y hay que respetarlas- para no hacernos vibrar como en otras ocasiones.
Encantaron las formas de Abel Lamadrid. El cántabro necesitaba ese partido para reencontrarse consigo mismo. Estuvo magnífico y desarboló a los gigantes acorazados alemanes. Lástima esa sangre que salía de su codo y el silencio que luego se desplegó a su alrededor. Quedan partidos todavía para que Abel sea útil al equipo, sin duda.
Y sobraron las formas del entrenador alemán y sus gestos al público y a algún jugador zaragozano justificando nada. Solicitar tiempo muerto de equipo cuando quedan cincuenta y dos segundos para finalizar la eliminatoria- que no el partido- y llevando una renta de cinco goles en el global me pareció una auténtica chulería.
Pero, veámoslo por el lado optimista. Escoció y mucho. A más de uno, en la pista, le dieron ganas de hacer algo gordo, punible, sancionable y muchas más cosas. Pero las derrotas enseñan cosas que las victorias jamás lo hacen y en esta ocasión debe de servirnos para comenzar a trabajar cómo hay que coger a los alemanes – a estos o quienes sean- de frente, por derecho y torearles como se merecen. La mejor manera es comenzar a pensar en cómo desarbolarles porque, seguro, la temporada que viene llegarán tarde o temprano a cruzarse en nuestro camino.
El CAI BM. ARAGÓN está creciendo y lo está haciendo sin prisa, con sentido común. Este proyecto es de aquí a tres años, más o menos. Y en ese tiempo llegarán los trofeos, con seguridad. El club así lo piensa, así lo sueña y así lo está construyendo.
Van a llegar las cosas buenas, las cosas grandes. Se afianzará el proyecto, cobrará mayores garantías y estaremos preparados- no tardando mucho – para enseñarle el cartón verde de tiempo muerto a los alemanes, dejarlo en el suelo y sonreírles con un sarcasmo especial.
Esas formas y esos gestos siempre vuelven y, simplemente, hay que tener paciencia para esperarlo… y vivir para contarlo.